Para cualquiera de nuestros desarrollos de variedades autoflorecientes trabajamos con poblaciones de plantas regulares y cuando damos por finalizado el proceso, usamos los individuos más deseables para la producción de feminizadas. Utilizamos dos plantas hembras forzando la aparición de flores macho y de esa forma se obtienen semillas feminizadas y de la misma población obtenida, basta cruzar individuo hembra más individuo macho de características estables y propias de la variedad que se comercializa, para obtener semillas regulares, que darán como resultado plantas con un fenotipo equivalente a las resultantes de semillas feminizadas de la misma variedad.
Todo el proceso de desarrollo de una variedad autofloreciente exige de al menos siete cruces cuando de juntar una variedad autofloreciente con una no auto se trata. Todo ese proceso se hace con semillas regulares y no se trabaja con ejemplares si no con poblaciones, es decir, la variedad en esencia de partida es regular, lo que se comercializa es feminizado porque para la producción se emplean como parentales plantas exclusivamente hembras.
Desde Buddha Seeds creemos que es interesante que nuestros clientes y lectores conozcan el proceso de creación de nuestras semillas autoflorecientes pero también aprovechamos este espacio para reivindicar nuestra forma de trabajo frente al mal entendido marketing que en ocasiones emplean otros bancos de semillas al jactarse de sus variedades de “4ª o de 5ª generación”.
Las variedades que comercializamos en Buddha Seeds requieren un tiempo de trabajo largo y mucha selección. Es imposible hacerlas deprisa y bien: necesitamos un ciclo de al menos dos meses por generación más al menos otro para secado y reposo de las semillas: podríamos hacer cuatro ciclos en un año.
Muchas variedades que incluso presumen de “generaciones” no siguen todos estos pasos, por ser un proceso largo y laborioso, algunas de las variedades en el mercado son únicamente el cruce de dos autoflorecientes entre sí.
Como podéis ver, con un ciclo de al menos dos meses por generación, más al menos otro para secado y reposo de las semillas podríamos hacer cuatro ciclos en un año; es por esto que muchas de las nuevas variedades “auto” se quedan en la primera generación 100% autofloreciente, manteniendo gran parte del código genético de la original, siendo sus variedades muy parecidas; asimismo otras de las variedades autoflorecientes son únicamente cruces de dos variedades previamente existentes.
En el cuadro siguiente se puede ver un ejemplo con las plantas que dieron lugar a Deimos.
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