El cannabis es una planta alógama, que es la forma que tiene la biología de decir que es una especie vegetal con reproducción cruzada
Para crear y estabilizar una nueva variedad, es necesario sentarse antes y conocer el proceso para tener éxito. No estamos hablando de técnicas especiales o que entrañen mucha dificultad, hablamos de la teoría que hay que entender para poder planificar nuestra ruta a seguir. Antes de empezar a realizar cruces entre variedades para ver el resultado, hay que conocer un poco la planta con la que se trabaja y la genética que hay detrás.
El cannabis es una planta alógama, que es la forma que tiene la biología de decir que es una especie vegetal con reproducción cruzada. A lo largo de la evolución, tanto en plantas como en animales, se ha favorecido que la descendencia se produzca por el cruce de dos individuos. La explicación es sencilla: es mejor la mezcla genética para adquirir aquellas características que puedan mejorar la especie en cualquier sentido, como resistencia a plagas, salinidad, etc… Debido a la inmovilidad de las plantas, han tenido que desarrollar muchos mecanismos para evitar la autofecundación.
El mecanismo más evidente es separar a los individuos por sexo (plantas dioicas). Un hecho que agradece todo cultivador porque así podemos tener hembras sin semillas que dediquen toda su energía en ser más productivas y resinosas. Pero en algunas ocasiones esto puede no ser suficiente puesto que podemos encontrar plantas hermafroditas.
La naturaleza también se ha encargado de solucionar estos casos. En otras especies, la mayoría de ellas con flores de ambos sexos en el mismo individuo, se ha conseguido regular la maduración tanto de los estambres como de los estigmas; de esta forma, el polen podrá dispersarse sin autopolinizarse puesto que la parte femenina todavía no estará lista para ser fecundada. Otras plantas llegan a tener especializaciones tan perfectas como depender de un animal para lograr su polinización, incluso dependen de una única especie, como algunas plantas tropicales que han modificado sus flores para que solo una especie de colibrí pueda acceder a su interior.
La genética
En el cannabis, y en la mayoría de especies con sexos diferenciados, estos casos no se dan, en ellas ocurre el fenómeno más perfecto de compatibilidad. La genética. En estos casos, tanto el polen (parte masculina), como el carpelo (parte femenina), poseen unos genes que determinarán si el cruzamiento es posible o no. Lo que ocurre es que al detectar que ambos poseen los mismos genes de reconocimiento asumen que provienen de la misma planta o de una muy cercana genéticamente y, por lo tanto, no se permite la fecundación. Si nuestro objetivo es crear nuevas variedades hay que tener en cuenta este factor, de no hacerlo, las nuevas generaciones irán perdiendo viabilidad y no producirán semillas.
Este fenómeno será crucial para lograr nuestro objetivo. Lo que nosotros queremos conseguir es que una planta tenga los genes que queremos, que se expresen para lograr el fenotipo deseado y que las plantas sean estables para que sus generaciones conserven las características de sus progenitoras. Lo que queremos conseguir es justamente lo contrario que quieren las plantas y, por esta razón, se presentan tantos problemas a la hora de estabilizar variedades nuevas. Para entenderlo hay que explicar algo de genética.
Gregor Mendel
Cuando Gregor Mendel empezó sus estudios para averiguar cómo se transmitían los caracteres de padres a hijos, lo hizo con guisantes. No es casualidad que utilizara plantas ya que, se dio cuenta que así podía controlar los cruzamientos que quería y observar caracteres visibles de forma rápida y sencilla. Gracias a sus estudios descubrió los principios de la genética. A grandes rasgos, y para no aburrir, hay que saber que todos los genes de nuestro ADN tienen dos copias, una que procede de nuestro padre y otra de nuestra madre. La expresión de ese gen (el fenotipo) dependerá de la interpretación de estas dos copias.
Si las dos copias son iguales se dice que el gen está en homocigosis (AA o aa) y, por lo tanto, su información se expresará sin ningún problema (en el caso de los guisantes de Mendel, si eran AA eran amarillos y si eran aa eran verdes). Cuando ambas copias son diferentes estarán en heterocigosis (Aa) y aquí diferenciaremos cada una de las copias. La que se exprese en heterocigosis será la dominante (A) y la que no se llamará recesiva (a): los guisantes de Mendel que eran Aa tenían color amarillo. Para nuestro objetivo nos interesarán los genes que estén en homocigosis; cuando se encuentran de esta forma, siempre pasarán a la descendencia la misma copia y tendremos individuos con las mismas características, o lo que es lo mismo, variedades estables y homogéneas.
Vamos a ver cómo será la descendencia así como sus porcentajes en función de los paternales que intervengan en el cruzamiento. Si cruzamos un individuo homocigoto dominante (AA) con uno homocigoto recesivo (aa), el 100% de la descendencia será heterocigota (Aa) y su fenotipo será como el parental AA. Si cruzamos dos individuos heterocigotos nos saldrá otra cosa: genéticamente nos saldrán un 25% de individuos AA, otro 25% serán aa y el 50% serán Aa; como el único parámetro que podemos diferenciar es el fenotipo, veremos que el 75% tendrán el fenotipo dominante y el 25% el recesivo. Hay más combinaciones y tendremos que tener en cuenta que lo que queramos seleccionar puede deberse a más de un gen, lo que dificultará el estudio y modificará las proporciones. Al familiarizarnos con estos conceptos, podremos ver cómo se comportan los genes deseados en función de las proporciones fenotípicas que se manifiesten en la descendencia y, de esta forma, enfocar mejor nuestro estudio.
Desgraciadamente, la genética no es tan sencilla. Podemos tener genes que en heterocigosis se expresen de una forma y en homocigosis de otra (llamado codominancia), es el caso de algunas flores que son rojas si las copias son AA, blancas si son aa y rosas si son Aa. Genes que dependerán de otros para expresarse, como la altura en humanos: cuantas más copias dominantes de los genes implicados se tengan, más alto será el individuo. Genes que se pueden activar/desactivar en determinados momentos por causas externas y un largo etc… La genética es muy compleja, así como todos los factores que la regulan o modifican, de forma que solo podremos seleccionar determinados caracteres basados en el fenotipo y cuya capacidad para transmitirse sea sencilla.
Como nosotros no podremos saber qué ADN tienen nuestras plantas haremos lo mismo que Mendel: observaremos los caracteres que nos interesen e iremos seleccionando esas plantas hasta conseguir que estos genes estén en homocigosis. Hay que recordar que si nuestro fenotipo es dominante, lo que vemos a simple vista puede ser el resultado de un individuo homocigoto o heterocigoto (AA y Aa) y, dependiendo de este factor tendremos una descendencia diferente. Si la propiedad de nuestro gen es recesiva, nos facilitará la selección puesto que solo se manifestará si está en homocigosis (aa).
Si queremos seleccionar individuos con más de una característica (con más de un gen implicado) la cosa se complica mucho más ya que las combinaciones genéticas se disparan. Esta es la razón por la cual necesitaremos germinar muchas plantas para obtener individuos que reúnan las características que deseemos.
Para terminar, y no resultar muy pesado, hay que definir tanto la depresión por consanguinidad como el vigor híbrido. El primero tiene que ver con los efectos dañinos que presentan aquellos individuos que tienen la mayoría de sus genes en homocigosis como consecuencia de autopolinizaciones forzadas. Si realizamos esto repetidamente en nuestras plantas de cannabis nos daremos cuenta que los individuos resultantes pierden muchas de sus características, como reducción de la viabilidad de sus semillas, individuos más susceptibles a enfermedades o ser, en general, plantas más débiles.
Evitar autopolinización
Esto se debe a lo que se comentó al principio del artículo: las plantas se han adaptado para evitar la autopolinización y esto implica que los individuos genéticamente homocigóticos sean más débiles (aunque parezca contradictorio) y de esta forma la selección natural se encargará de que no transmitan sus caracteres a generaciones futuras. Sin duda es uno de los factores más importante a tener en cuenta en nuestra tarea de crear nuevas variedades.
El vigor híbrido será lo contrario; aquellas plantas que tengan la mayoría de sus genes en heterocigosis, normalmente son más vigorosas que sus parentales. Es un factor importante puesto que si cruzamos dos variedades muy estables se producirá una primera generación mucho más vigorosa pero al intentar fijar y estabilizar estos individuos nos resultará prácticamente imposible ya que sus características se irán perdiendo progresivamente al ir aumentando la homogeneidad de sus genes.
A grandes rasgos, estos son los principales problemas a los que nos tendremos que enfrentar y, sobre todo, que podremos controlar, dentro de unos límites, sin profundizar en análisis genéticos o en condiciones de laboratorio.
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